BENJAMIN VALDES ALVAREZ                                                                                         artista visual

Helix Aspersa:

O de cómo la vida es urgencia.

 

El conjunto de obras reunidas bajo el título “Helix aspersa, o de cómo la vida es urgencia” forman parte de un grupo de pinturas realizadas a lo largo de un año de trabajo y surgen del ejercicio de observación de una realidad cotidiana.

En palabras del propio pintor:

 

“No tuve que salir de mi casa. Ahí estaba sucediendo todo, en el jardín: nacimiento, alimentación, crecimiento, reproducción, infestación, vida, muerte y, otra vez, vida.

Así pues, me detuve para ver como ocurrían las cosas.

Intenté la estrategia de la observación silenciosa, y después tomé nota de lo observado.

En casi cualquier rincón se encontraba uno con marcas de su paso. El rastro brilloso que dejan al pasar, las conchas vacías, los cadáveres estrujados bajo los pies distraídos… Las plantas siendo devoradas, los agujeros en la tierra, el excremento en  ventanas y paredes, y los rincones ocultos en los que, bien adheridos a alguna superficie, crecían como racimos, esperando la humedad.

Tras el asalto de estímulos y reacciones que suscitó el ejercicio de observación, y quizá ya con cierto afán casi científico decidí intervenir; es decir, pasar a la fase de experimentación.

Entonces extraje al sujeto observado de su contexto y lo llevé al laboratorio, es decir, al estudio. Sometí a los caracoles a ciertas situaciones de juego a partir de sus propios recorridos.

De lo que durante este proceso ocurrió, dan cuenta los cuadros que conforman esta grupo de pinturas.”

 

Por lo tanto, “Helix aspersa…” es resultado de la necesidad de narrar un episodio intimo de descubrimiento. Los caracoles, siendo sujetos idóneos para la observación contemplativa precisamente por ser animales silenciosos y lentos, hacen evidente en su estructura y comportamiento cómo se encuentran sujetos siempre a ciclos de movimiento y recogimiento, se hallan a merced de la hipersensibilidad de sus tentáculos-ojos, replegándose al contacto con cualquier estímulo; en fin, son sometidos a las ineludibles directrices de la vida; por ello se antojan como una metáfora sugerente de la condición humana, que puede ser descrita en esencia como la urgencia por mantenerse, por preservarse.